sábado, 27 de septiembre de 2008

Y ahora también... ¡Barrancos!



Algunos ya sabíais que desde hace tiempo nos ronda la idea de empezar a hacer barrancos... pues por fin nos hemos decidido. Hace un mes fui a Benasque y estuve haciendo un curso en la Escuela de Alta Montaña (supongo que lo de alta es por el cuestón que hay que subir para llegar ;-)



Ha sido un gran descubrimiento, no solo por que los barrancos son un nuevo mundo para mi en el que te sorprendes por las impresionantes formaciones geológicas, la vegetación selvática, el colorido del agua remansada y la fuerza de las cascadas. O desde el punto de vista técnico con un montón de instalaciones y trucos que no se usan normalmente en la escalada o el alpinismo. También ha sido un descubrimiento la gente de este mundillo, tan fanáticos como cualquier escalador o montañero, salen cada fin de semana a buscar nuevos descensos, incluso hacen viajes a otros países. Mis compañeros y profesores fueron un encanto, y me hicieron pasar unos días muy agradables a pesar haberme presentado allí solo.



El curso consistía en un día de rocódromo, para practicar nudos y todas las técnicas necesarias, y el descenso de cuatro barrancos: Liri, Ramastúe, Eriste inferior y Literola inferior. Muy muy intenso, jornadas de hasta diez horas en los barrancos, todo el día montando y desmontando instalaciones...



El Liri, para nosotros el Litri, es un barranco muy clásico del valle de Benasque. Tiene doce cascadas que se rapelan casi de forma encadenada. Presenta zonas muy encajonadas de roca roja y ocre a franjas lo que le da un toque muy pintoresco. La salida del barranco es peligrosa, por que hay que cruzar una finca, y eso no le hace mucha gracia a su dueño ¡Será por la plantación!



El Ramastúe es el primo hermano del Liri, esta justo al lado y tiene trece cascadas también muy seguiditas. Lo bueno de este barranco es que está poco transitado, además tiene un montón de vegetación y depósitos de tobas calcáreas en las cascadas recubiertas de musgo, así que te da la sensación de que estas en la selva. Hicimos un croquis que colgamos en Internet.


El Eriste es una pasada, "El gran barranco de los Pirineos" como dicen los cuadernos técnicos de Barrabes. Hicimos los tramos III y IV. La primera parte es bastante abierta y de mucho andar, además de varios rápeles en unas cascadas bien grandes incluye un coche aplastado como una lata de refresco en medio del cauce ¡un sitio idóneo para aparcar! La segunda parte es muy impresionante, tiene saltos, toboganes gigantescos, rápeles bajo arcos de agua, centrifugadoras, y sobre todo mucha mucha agua. Quede muy impresionado, y un poco magullado después de un tobogan de 25 m no muy bien ejecutado por mi parte.



El último día tocaba Literola, pero hubo que abortar. El termómetro del coche marcaba 4ºC y se veía nieve a 2000 metros, por muy gordo que sea el neopreno creo que yo habría pasado frío. Lo sustituimos por una clase en el rocódromo que nos sirvió para reforzar lo que habíamos aprendido y para aprender a remontar una cuerda.



Bueno ya estoy deseando volver a ponerme a remojo, ¡hay que practicar!



Pd.: Un abrazo para los profesores: Antonio y David; para los compañeros: José, Eva, Maite, Pedro y Antonio.


sábado, 6 de septiembre de 2008

Alpes 2. Les Courtes


Después del primer contacto era hora de descubrir el macizo del Mont Blanc de verdad, y que mejor lugar que el refugio de Couvercle, en pleno meollo. Y es que es una fiesta para la vista, entre las Jorasses, la Aiguille Verte, Les Droites, Les Courtes y compañía.



Foto: Manolo

Como siempre partimos de Chamonix, esta vez en el tren cremallera de Montenvers, que te lleva hasta la Mer de Glace, y como no, en la aproximación al refugio nos tocaba mal tiempo. La Mer de Glace es un hormiguero de hielo, en el que las personas se dirigen en hileras a las grietas. Y es que es un buen sitio para aprender a hacer escalada en hielo.



Nosotros a lo nuestro y poco a poco remontamos el glaciar hasta las famosas Egralets, que son unas escaleras que están clavadas en la roca y que con agua escurriendo por todas partes dan risa. Y si más contratiempos llegamos al refugio, donde por unos momentos salió el sol y nos permitió disfrutar del lugar y lo que era más importante secar la ropa.


En plena noche salimos para Les Courtes, buscando el camino de bajada al glaciar de Talèfre y después ponemos rumbo al gran corredor que lleva al Col de la Tour des Courtes. Y es aquí donde empiezas a sufrir ya que te enfrentas a una subida que en algunos momentos llega a los 40º y supera 870 metros de desnivel, terminando con un gran flanqueo a la derecha. En esto estábamos con Alberto a la cabeza imponiendo un fuerte ritmo, al menos para mí, cuando me pasó el señor del mazo y me dejó noqueado. Menos mal que llegó César al rescate con una botella de agua y marcando ritmo conseguimos llegar al collado sin perder mucha comba. Todas estas penurias se vieron compensadas por el magnífico amanecer en el Mont Blanc y en las Grandes Jorasses.





Solo nos quedaba recorrer la arista que va hasta la cima, el tramo más impresionante y comprometido de la ascensión. Nos vamos moviendo paso a paso sintiendo el vacío que nos envuelve y avanzando, casi sin darnos cuenta, hacemos cumbre. ¡Por fin hemos subido a un montañón!


Foto: Alberto


Foto: Alberto



Foto: Manolo
A partir de ahí, solo nos quedaba bajar por el mismo camino hasta el refugio y ese mismo día volver al tren para continuar con nuestra aventura.