martes, 21 de octubre de 2008

Volvemos a las andadas.



Y es que después de Alpes no habíamos vuelto a salir a patear el monte. César, como habéis podido ver ha hecho barranquismo y algún día ha ido a la Pedriza, por mi parte he salido unos días a escalar y la verdad es que no se me ha dado mal, ya que he hecho un par de 6a.
Este domingo quedamos unos cuantos amiguetes para ir a la Azagaya que está en el circo de la Laguna del Barco. La verdad es que tenía ganas de ir, ya que era de lo poco que me quedaba por ver del macizo occidental de Gredos.




La ruta comienza en el puerto de Tornavacas, donde había unos cazadores que estaban a las palomas que van de camino al sur. Se toma la pista hasta que llegas a una finca que hay que atravesar y después vuelves a retomar la pista. Después de un rato caminando puedes continuar por la pista o por una senda que sube más directa.
Una vez que asciendes esta loma te diriges por un camino que te lleva por pastos hasta la cima del Castifrio y a partir de ahí por la cuerda hasta La Azagaya.



César y yo para entretenernos un poco más y practicar para futuras crestas, decidimos ir subiendo por todos los riscos que nos encontrábamos y tras alguna trepada llegamos a la cima de La Azagaya, un bonito pico que tiene un par de filos interesantes. Y para invierno a travesía hasta La Covacha parece divertida.




Desde ahí bajábamos hacia la Laguna Negra, cuando vimos un diedro de unos veinte metros que subía a un risco cercano y que parecía no ser muy complicado, así que nos metimos en él. Al final tenía algún paso delicado en placa, más que por la dificultad, que como mucho sería tercero, porque el granito estaba un poco húmedo por la niebla que nos acompañó durante buena parte de día. Controlando los nervios y sin prisa, salimos disfrutando el diedro.





Sin más bajamos a la Laguna Negra, donde comemos y después descendemos tranquilamente por la garganta de la Laguna del Barco. En el pinar que hay antes de llegar al Prado Cardiel, tomamos el camino que parte desde la fuente hacia Puerto Castilla, donde dejamos otro coche.



Esto es lo que dio de si el día, una bonita travesía por el límite occidental de Gredos de ocho horas de duración, que nos permitió disfrutar de la llegada del otoño, empezar a coger forma y caminar con amigos que hacía tiempo que no veíamos.





Estos son los tracks de la ruta que ha dejado Manolo en Wikiloc, para quien le pueda interesar.

viernes, 10 de octubre de 2008

Alpes 4. Otro camino hacia el Mont Blanc

Algunos os preguntareis, ¿que hacían Fran y Dani mientras nosotros subiamos a Les Courtes o al Mont Blanc por los cuatromiles? En esta crónica que me ha pasado Dani está la respuesta:

Mientras, en el otro lado del macizo del Mont Blanc, Fran y yo planeábamos nuestro primer ascenso a la mítica cumbre. Nosotros, por eso de asegurar el éxito, preferimos intentarlo por la ruta normal, la que miles de personas transitan todos los veranos. El plan era dormir primero en Tête Rousse (3.167 m) para empezar a aclimatar y luego, una vez subido el famoso espolón, en Gouter (3.800 m). Pero surgió un pequeño inconveniente ya que en éste último no había plazas. Aún así, teníamos que intentarlo de algún modo, por lo que el día 7 de julio de 2008, después del bonito viaje en teleférico y tren cremallera, emprendimos desde el Nid d'Aigle (2.362 m), a los pies del glaciar Bionnassay, la subida al primer refugio.



Ese día era lluvioso y nublado, de tal forma que llegamos a pasarnos de largo el refugio, pero un claro nos dio la pista para volver sobre nuestros pasos. Allí volvimos a intentar coger sitio en Gouter llamando por teléfono, pero de nuevo se nos negó el privilegio. Las predicciones marcaban dos días siguientes con buenas condiciones para luego empeorar. La decisión fue tomada y Fran y yo nos dispusimos a la mañana siguiente al menos a llegar a Gouter, a ver que pasaba.



Desde Tête Rousse, para subir directamente al Mont Blanc, se suele partir muy pronto (1:30 a.m.), pero nosotros decidimos subir más tarde (5 a.m.) ya que nuestra esperanza era aclimatar en Gouter. El espolón de 700 m, se componía en esas fechas de hielo, roca y nieve, pero antes hubo que atravesar la famosa bolera (Grand Couloir). La cosa fue más fácil de lo que nos imaginábamos, ya que había mucha nieve en el corredor y por la hora no había gente por arriba que pudiera tirar rocas. El espolón resultó divertido, con una infinidad de pasos mixtos y una trepada final un poquito más comprometida. A eso de las 8 a.m. nos encontrábamos dentro del refugio de Gouter. Ambos nos miramos y no dudamos en intentar la cima directamente.



A eso de las 8:30, ya encordados, subimos por las cuestas de la Dôme de Gouter, para luego bajar al Col du Dôme. Aunque el día era despejado, el viento soplaba con gran intensidad. Mucha gente volvía sin haber conseguido cumbre debido al viento, el cual podría resultar muy inconveniente en la parte final. Lo más curioso (y clave a la postre) fue que ninguno de los dos sufrimos mal de altura. Hicimos parada en el refugio de emergencia de Vallot (4.362 m) donde tomamos agua y barritas. Poco a poco se iban sumando metros por las cuestas de Les Bosses. El viento hacía que la sensación térmica bajara por debajo de los -10Cº. Las aristas finales nos impresionaron pero al no haber gente se hicieron con bastante seguridad. La cima ya estaba ahí, pero costaba sumar metros. Los últimos 500 metros se hicieron pesadamente maravillosos. Sobre las 13h del día 8 de julio, Fran y yo llegabamos arriba. El viento allí era brutal (Fran no me comentó que la predicción marcaba vientos de 80-100 km/h) y estar en cumbre un poco infernal.





Después de las fotos de rigor (incluida la de payaso), no hubo tiempo de disfrutar de la cumbre, por lo que rápidamente iniciamos el descenso. Yo empecé a sentir la vista nublada, y me dí cuenta que no llevaba las lentillas puestas, se me habían caído por el viento que resecaba mis ojos. Este contratiempo (tengo 6 dioptrías en cada ojo) hizo del descenso una prueba delicada y muy lenta. Después de otra parada en Vallot donde me puse las gafas de ver, disfrutamos de un bonita vuelta pasando de nuevo por Gouter (lleno a esta hora, 5 p.m.) llegando de nuevo a Tête Rousse a eso de las 8 p.m. donde pasámos la noche. Ese día cambiaría parte de nuestras vidas como montañeros, habíamos logrado el Mont Blanc y lo habían hecho superando un desnivel de 1.700 m sin apenas aclimatación. ¿Será esta una cordada para el recuerdo?, no lo creo pero ahí estamos.

Texto: Daniel Fernández

martes, 7 de octubre de 2008

Alpes 3. Mont Blanc



Después de Les Courtes, aún nos daban dos días de buen tiempo así que cambiamos los planes y decidimos que era hora de ir al Mont Blanc. Aunque no nos había dado tiempo de aclimatar lo suficiente, no podíamos desaprovechar la oportunidad, en Chamonix nunca se sabe cuando entra el mal tiempo cuanto puede durar.

Al día siguiente de bajar de Les Courtes, sin mucha prisa cogemos el teleférico de la Aiguille du Midi, que te sube hasta los 3840 metros, allí hay un túnel escavado en el hielo para salir a una afilada arista. Es ahí donde nos preparamos y nos ponemos lo más presentable posible ya que en el momento en el que salgamos a la arista vamos a ser la atracción de feria de los turistas, que no paran de hacer fotos a los intrépidos alpinistas y a los que no lo son tanto.


Foto: Manolo
Como estamos un poco tocados de la paliza del día anterior, pero no hay ganas de encerrarnos en el refugio, decidimos dar una vuelta por las primeras rampas de la arista Midi-Plan, a modo de reconocimiento.



Desde allí nos fuimos a Les Cosmiques, este es uno esos refugios en los que se palpa la tensión y el nerviosismo que hay antes de hacer una cima mítica. No pasamos muy buena noche, al ser la primera que hacíamos a más de tres mil metros, así que dimos vueltas y más vueltas. A la una de la madrugada para arriba y ¡rápido!, que comienza la carrera por salir el primero. Nosotros fuimos listos y nos pusimos en cabeza.


Foto: Manolo
La primera dificultad es la ascensión al Mont Blanc du Tacul. No solo porque tienes que caminar entre grandes seracs, atravesar grietas o echar mano del piolet para superar una pendiente, aquí aún continúa la carrera y alguno es capaz de clavarte los crampones con tal de ir por delante. Cuando llegamos a la parte alta del Tacul ya estamos a cuatro mil metros, así que necesitamos una pequeña parada para recuperar el aliento.



¡Comienza el segundo round! Vamos a por el Mont Maudit. Aquí la pendiente es más fuerte especialmente tras superar la rimaya, donde hay que hacer frente a rampas de 40-45º para alcanzar el hombro del Mont Maudit. Vamos muy bien de horario, muy bien de fuerzas, la meteo nos favorece, ¡ya vemos la cumbre!


Foto: Alberto

Foto: Alberto
Al llegar al Col de la Brenva amanece, tenemos la sensación de que la cima esta muy cerca, solo queda una cuesta de vacas. Pero nada más lejos de la realidad, estamos a quinientos metros de desnivel de la cumbre y la altitud es considerable. Superamos el Mur de la Côte con relativa facilidad y hacemos una parada antes de enfrentarnos a las rampas somitales. A partir de aquí todo fue distinto, la altitud nos golpeo con fuerza, haciéndose notar que no estamos bien aclimatados. Andamos y andamos, pero parece que no avanzamos que el objetivo está exactamente a la misma distancia que hace un momento. Cuando ya creiamos que no ibamos llegar nos plantamos en la cumbre.


Foto: Manolo
¡Estamos en la cima del Montblanc! ¡El techo de Europa! 4810 metros de altitud. El primer cuatromil de Pablo, la ruta de los cuatromiles largamente perseguida por Manolo y Kike, y la segunda vez en la cima juntos para Alberto y César. Un momento muy especial.
Deberíamos disfrutar del momento, disfrutar del paisaje (impresionante, por cierto), y todas esas cosas, pero de lo que realmente tenemos ganas es bajar cuanto antes para recuperarnos. Nos tomamos el te de la victoria, las pastillacas de glucosa, hicimos las fotos de rigor y a correr.

Foto: Alberto
Una vez de vuelta en el Col de la Brenva, empezamos a notar el cansancio. Pero todavía no nos podíamos relajar, ya que nos queda mucha bajada y el sol hace que el hielo se empiece a fundir. Para superar la grieta del Mont Maudit, montamos un rappel, quizás no sea muy rápido pero a nuestro parecer era lo más seguro.


Foto: Manolo
A partir de aquí lo que nos quedaba como dificultad era pasar bajo los seracs, sobretodo los del Mont Blanc du Tacul, puede parecer fácil y técnicamente lo es, pero el calor lo convierte en peligroso, ya que se pueden desprender bloques de hielo.
Por suerte no hubo ningún incidente y sin más llegamos a la Aiguille du Midi donde hacemos una última parada, antes de bajar a Chamonix, para disfrutar del paisaje y sobretodo de haber terminado esta bonita ruta.