martes, 14 de julio de 2009

Cuchillar de Cerraillos. Ensayo general



Hay un montón de formas de llamar a una misma actividad, hay quien hace alpinismo, otros pirineismo, pero lo que nosotros hacemos es gredismo. Desde bien pequeños nos hemos criado en el agreste ambiente del Sistema Central: grandes pateadas de aproximación, sol abrasador desde las diez de la mañana hasta las ocho de la tarde, escobas hasta los sobacos y pedregales y riscos de granito. Eso es lo que fuimos buscando cuando nos acercamos hace unas semanas al Circo, pero también los prados de verde y mullida hierba y las fuentes de agua helada.



Todos los inviernos pasamos por el Circo dos o tres veces, pero hacía una buena temporada que no íbamos por allí en verano, por eso nos propusimos ir a darle un tiento a los Hermanitos. La verdad es que el Almanzor y compañía son impresionantes los mires cuando los mires, así que desde que empezamos el cresteo por el Morezón se nos fueron llenando los ojos de riscos y de roca. Para cuando llegamos al cuchillar de Cerraillos teníamos tantas ganas de meternos en faena que en vez de flanquearlos, como era más lógico, nos fuimos directos a seguir la cresta.

Hemos hecho poca montaña este año, así que nos sentíamos un poco torpes en las trepadas y destrepes con las botas en los pies y la mochila a la espalda. Se echaba de menos llevar los pies de gatos para sentir cada cristal de la roca ¡Pero había que curtirse! Por eso no desaprovechamos la oportunidad de subir a cada risco que encontramos. También por curtirnos y por perrería, no desechamos ni la menor oportunidad de hacer un rapel. Después de hacer hasta cinco rapeles teníamos la sensación de estar haciendo un barranco en vez de una cresta.

Este cresterío tiene tres riscos principales: el Enano, la Campana y la Ventana, pero también tiene un buen puñado de riscos menores, así que llegó un momento en que estábamos un poco desorientados y no sabíamos en que punto nos encontrábamos, hasta que desde la cima del Enano vimos el risco de la Campana, que es inconfundible. Para nosotros además fue inaccesible, pues no fuimos capaces de encontrar la fácil trepada de tercero que marca la guía de Adrados. Después fuimos hasta el risco de la ventana, al que hay que buscarle las vueltas, para finalmente ascender con mucho ambiente por el lado de la Garganta Blanca.

A estas alturas, ya habíamos acabado toda nuestra agua y estábamos derrengados, así que después de asomarnos a la Ventana y de observar un ratito los Hermanitos decidimos buscar un ambiente más agradable en los prados de Navasomera. Empajarados y cansados nos costó mucho esfuerzo llegar, pero nos vimos recompensados con el agua fresca y el remojón de pies.

Un buen ensayo general para nuestros planes de este verano, en el que no falto ninguno de los actores principales: terreno técnico, ambiente y pateo. Ahora estamos un poco mejor preparados para esta vez sí, hacer pirineismo y alpinismo.