domingo, 30 de enero de 2011

A la sombra del Morezón.


Desde el Ameal de Pablo distinguimos dos finas líneas blancas que discurren paralelas hacia la cima suroeste del Morezón, esas dos trazas atraen constantemente nuestra mirada. No podemos evitarlo, la próxima vez que volvamos tenemos que ir a probar esos dos corredores.


Nuestras finas líneas vistas de cerca son dos anchos corredores que empiezan poco antes de llegar a la Laguna Grande y que parten el espolón rocoso. El de la izquierda tiene una inclinación casi continua entorno a los 40º, solo rota por un resalte un poco más inclinado. La de la derecha empieza con una pequeña cascada de hielo, es más escalonada y tiene dos resaltes que tendrán más o menos 60º. Además, escalar en la cara oeste del Morezón tiene la ventaja de que la aproximación es muy rápida, pero lo mejor es no tener que subir los Barrerones por enésima vez al regreso.


La temperatura es un poco alta, la cascadita de entrada a la canal derecha escurre agua y está parcialmente derruida, así que optamos por entrar por la canal izquierda. La nieve está crujiente, dura, da gusto meter los crampones. Avanzamos facilmente y una vez rebasado el resalte comprobamos que si superamos una placa de hielo podemos alcanzar un couloir que nos dará acceso a la canal derecha. El largo le toca a Pablo, que empieza con un poco de dudas, pero enseguida afianza el piolet y saca un paso de esos que le quedan a pie cambiado, monta una reunión de fortuna y seguimos en ensamble disfrutando del ambientazo alpino que se respira dentro del couloir.


Ahora Adolfo lidera la cordada, seguimos atados, asegurando solo en los dos resaltes, que son lo bastante inclinados como para tener que aplicarse en la técnica del piolet tracción, ¡estamos disfrutando como enanos! Pero todo lo bueno se acaba y ya estamos en las palas que dan acceso a la cima. Aldolfo me lleva hacia unos resaltes en la parte derecha, mientras Pablo nos hace fotos desde arriba. El ambiente es impresionante, estamos muy altos en la montaña, el terreno es técnico y estamos saliendo a una cresta muy alpina ¡Como nos gusta el alpinismo!


Arriba nos reunimos con nuestros amigos Dani, Fran y Manu, que han estado disfrutando también de este fantástico día de montaña. Nosotros nos vamos para casa prontito y ellos a su tienda a seguir corriendo aventuras el día siguiente.

lunes, 3 de enero de 2011

Panticosa. Siempre hay otro plan


Estoy con el agua hasta el cuello ¿Cómo he llegado hasta aquí, si yo venía a escalar tresmiles? ¿Qué hago en esta piscina tan calentita, si yo tenía que estar pasando frío? ¿Por qué tengo todos los músculos relajados, si yo tenía que estar sufriendo la tensión de las subidas y el machaque de las bajadas? ¿Se trata acaso de una translación espacio-temporal? No, tan solo es un cambio de planes radical.

El puente de diciembre nos reunimos unos cuantos amigos en Panticosa. La idea era intentar algún tresmil de la zona, que según Manolo "son baratos, aunque no fáciles". En los días previos había caído una buena nevada y el frío había sido intenso, había un buen paquete de nieve sin transformar en la montaña. Así que decidimos utilizar raquetas.


El sábado amaneció despejado y frío. Nos calzamos nuestras raquetas y ascendimos por el camino de Brazato hasta los ibones, para, tras atravesar el puerto, llegar hasta el pico Baciás (2758 m).  Nos dimos un buen pateo, la gente que vimos se sorprendía que de que fuésemos con raquetas tan lejos, sin darse cuenta que no son solo para pasear. También hubo quien trato de impresionarnos diciéndonos que había subido 900 veces al Garmo Negro, pero no nos salían las cuentas...


A la mañana siguiente se levanto el día completamente nublado, se acabaron las vistas. El pronóstico decía que nevaría todo el día y que a la tarde empezaría a llover, acertando de pleno. Decidimos no quedarnos en el refugio y llegar, si era posible, hasta el embalse de Bachimaña. A mitad de camino la huella se acababa, una pareja que encontramos nos dijeron que estaba muy difícil subir y que solo habían podido abrir cuarenta metros, tal era el paquete que había. Luego comprobamos que se habían equivocado de dirección, nos pusimos a hacer relevos y con determinación llegamos hasta el refugio que allí están construyendo. Después intentamos bordear el embalse, primero por un lado y luego por el otro, pero se nos hizo tarde y no pudimos ir más lejos. Nos volvimos para el refugio esperando que el brutamonte que nos había metido en la habitación se fuese a otro sitio a roncar.


Durante toda la noche estuvo lloviendo y el resto del día siguió igual. La nieve se puso fangosa, así que la actividad de la mañana se tornó en sacar coches atrapados del aparcamiento, gracias a los guardas campeones del refugio la tarea no fue difícil. El pronostico para los tres días siguientes era más de lo mismo.


Y así fue como acabamos con el agua al cuello en el Balneario de Panticosa, sometidos a la agradable tortura de los cambios de temperatura de piscina fría a piscina caliente. Y así fue como acabe con un catarro que todavía no me he conseguido quitar por probar como es eso de salir a la nieve en bañador y volver corriendo a la piscina exterior.