miércoles, 2 de enero de 2013

Volviendo a ser un escalador


¡Vaya pasito más raro!¡Pues aquí no hay ninguna chapa! Bueno, meteré un friend en el agujero aunque sea el único agarre bueno que hay.¡Cómo me tiemblan las piernas! Sólo es un pasito de equilibrio, ay, ay ¡Ya está! Vaya miedo más tonto.
Era el primer largo de la vía Pequeño Pepillo, en Leiva, Fran me había animado a embarcarme en un fin de semana de escalada a tope... Y yo con estos pelos, sin haber escalado en los últimos cinco meses. Por más que haya retornado ya unas cuantas veces a escalar, el miedo tonto no me lo quita nadie.
El caso es que el segundo largo de segundo me fue bien, el tercero de primero, a mi ritmo y con calma, también fue bien, el cuarto, con una pequeña seña de la cordada vecina para encontrar la reunión, me fue mejor y el quinto de segundo me salió bordado. Poco a poco, sin pensarlo demasiado estábamos arriba y con ganas de más.
Nos liamos la manta a la cabeza y nos fuimos a por otra vía, una con fama de facililla, tampoco era plan de pasarse, la Carrillo-Cantabella. En está se notó el rodaje, fuimos más ágiles y acabamos crecidos, contentos y cansados.
Como nos habíamos visto bien al día siguiente nos decidimos por algo más exigente, la Carnaval. Pero cuando nos plantamos debajo ya vimos que la cosa era diferente, la pared es impresionante, muy vertical. Nos repartimos los largos, le dejé los dos primeros a Fran y me guardé los, en teoría, más fáciles.
Un pasito, otro pasito, joder que continuo, otro pasito, diedrillo, uf, uf, me peto, me voooy. Menos mal que le dejé a Fran el marrón. Al llegar a la reunión y mirar al vacío me sentí mareado, esto no me había pasado nunca. El largo de 6b lo pasé acerando como un desesperado, no sin antes comprobar que una cuerda desplegada elonga mucho si te piras. Al terminar estaba derrengado y seguía con el mareo. Estaba claro que la vía me superaba. Pero la confianza en mi compañero me hizo animarme  para continuar, aunque tendría que ser él quien liderase la cordada.
Estábamos cansados, se notaba el tute del día anterior. Pero Fran va superando cada paso, se trata de diedros de libro, de V+, pero de V+ de verdad. Yo voy detrás, ya no vuelvo a caer. Me dolían los pies, me pesaban los brazos y las piernas, pero poco a poco estábamos más arriba, y más arriba, hasta que al final ya no había nada más ¡Conseguido!


Posiblemente la vía más dura que hayamos escalado nunca juntos. Volví a ser escalador.

Actividad realizada en mayo de 2012.