domingo, 2 de junio de 2013

Dias de hielo 1

Recordando lo que dio de si el invierno


¡Por fin estamos en la montaña! Después de hacer varios planes para Pirineos y otros tantos para  Picos de Europa todos se ven frustrados por el riesgo de aludes, así que nos queda como último recurso Gredos, vale, no son los mismos desniveles, ni las grandes montañas por descubrir, pero es nuestro rincón, que temporada tras temporada nos hace progresar y disfrutar del hielo.


Esta vez acampamos cerca del refugio, nuestra idea es quedarnos una semana, así que habrá que portear bastante peso. Es sábado, por fin toca hacer actividad, decidimos empezar por la Norte de Almanzor, madrugamos y llegamos los segundos a la base de la vía, aún así tendremos que esperar. Tiempo que aprovechamos para organizar todo, siempre irá Fran de primero, por lo que solo me tengo que concentrar en escalar bien. El amigo va como un titán así que por fin llega mi turno, patada-patada-piolet, pasos cortos, talones bajos, este será mi mantra para los próximos días ¡Cómo disfruto el primer largo! Buen hielo y buenas sensaciones. El segundo está peor formado, además adelantamos a la primera cordada, lo que hace que me despiste y tenga un sustillo en la parte final del resalte que con equilibrio consigo superar. El tercero fue el largo más disfrutón, es el más "montañero", corredor más estrecho, solitario, más helado. La magia se rompe al llegar a la reunión, mucho tráfico, gente esperando el rapel, la cima... todo esto te hace despertar de tu sueño, volver a convertirte en uno más. Es lo que tienen estas cimas en fin de semana, pierden ser remotas para convertirse en una plaza más. Aún así disfruto de la cima con Fran, que ya está tramando en como terminar el día.


Como siempre yo soy más cauto, quedan muchos días y no quiero quemarme, pero el entusiasmo de Fran me lleva a La Araña, este muchacho es incorregible. Por lo que me cuenta, la pillamos bastante larga para como suele estar otras veces. Esta vez si que me va a tocar picar hielo de continuo. Buen hielo, a ratos bastante vertical para que tenga que pensar en como dar los pasos, además los gemelos van pasando factura y cuando me paro a sacar los tornillos empiezan a quejarse. Los últimos pasos son los más verticales, vuelvo a tener que tirar de equilibrio y de cuadriceps para no caerme. No los habré resuelto de la manera más elegante pero me sirve para afianzar conceptos y empezar a pensar en soluciones para poder ir de primero con solvencia.



El domingo, aunque no nos levantamos tarde, remoloneamos en todo: salir del saco, preparar el desayuno, organizar el material. Se nota la paliza del día anterior. Nos decidimos por una actividad corta, La Pequeña salvaje se ajusta a lo que nos pide el cuerpo, pero antes nos pasamos a ver a los amigos de Fran que están haciendo Mendi Gardena, una vez más casi me lía, pero aún no me veo preparado y seguimos a lo nuestro. Empezamos la cascada bastante abajo, Fran decide darla por el centro, es algo más vertical, pero los pasos son más limpios y no te encajonas en la roca ¡Está vez si que me toca sudar! Hago un intento pero siento que así no voy a ser capaz, nunca había estado en un tramo vertical de tres metros. Retrocedo y pienso una estrategia mejor, esto tiene pinta de que lo puedo sacar así que... ¡vamos allá!. Esta vez subo más los pies, por suerte hay un hueco que me permite meter el brazo derecho para incorporarme, busco un escaloncito y doy una buena patada. Llega el momento de fiarse de las puntas frontales de los crampones, primer golpe con el piolet, al llevarlo para atrás me desequilibra, encima lo dejo muy cerca. Toca repetir la operación, esta vez con algo más de decisión, lo clavo bien, ¡uf! ya puedo respirar. Lo que queda aunque hay que seguir escalando es más fácil.




A medio día, comienza a nevar. Las últimas predicciones que tenemos es que estará así varios días, por lo que todo lo rápido que podemos recogemos el campamento y emprendemos camino hacia la plataforma. Esa noche decidimos pasarla en Navalguijo por si a la mañana siguiente amanecía con buen tiempo. Y tanto si lo hizo, pero eso será otro capitulo...

miércoles, 2 de enero de 2013

Volviendo a ser un escalador


¡Vaya pasito más raro!¡Pues aquí no hay ninguna chapa! Bueno, meteré un friend en el agujero aunque sea el único agarre bueno que hay.¡Cómo me tiemblan las piernas! Sólo es un pasito de equilibrio, ay, ay ¡Ya está! Vaya miedo más tonto.
Era el primer largo de la vía Pequeño Pepillo, en Leiva, Fran me había animado a embarcarme en un fin de semana de escalada a tope... Y yo con estos pelos, sin haber escalado en los últimos cinco meses. Por más que haya retornado ya unas cuantas veces a escalar, el miedo tonto no me lo quita nadie.
El caso es que el segundo largo de segundo me fue bien, el tercero de primero, a mi ritmo y con calma, también fue bien, el cuarto, con una pequeña seña de la cordada vecina para encontrar la reunión, me fue mejor y el quinto de segundo me salió bordado. Poco a poco, sin pensarlo demasiado estábamos arriba y con ganas de más.
Nos liamos la manta a la cabeza y nos fuimos a por otra vía, una con fama de facililla, tampoco era plan de pasarse, la Carrillo-Cantabella. En está se notó el rodaje, fuimos más ágiles y acabamos crecidos, contentos y cansados.
Como nos habíamos visto bien al día siguiente nos decidimos por algo más exigente, la Carnaval. Pero cuando nos plantamos debajo ya vimos que la cosa era diferente, la pared es impresionante, muy vertical. Nos repartimos los largos, le dejé los dos primeros a Fran y me guardé los, en teoría, más fáciles.
Un pasito, otro pasito, joder que continuo, otro pasito, diedrillo, uf, uf, me peto, me voooy. Menos mal que le dejé a Fran el marrón. Al llegar a la reunión y mirar al vacío me sentí mareado, esto no me había pasado nunca. El largo de 6b lo pasé acerando como un desesperado, no sin antes comprobar que una cuerda desplegada elonga mucho si te piras. Al terminar estaba derrengado y seguía con el mareo. Estaba claro que la vía me superaba. Pero la confianza en mi compañero me hizo animarme  para continuar, aunque tendría que ser él quien liderase la cordada.
Estábamos cansados, se notaba el tute del día anterior. Pero Fran va superando cada paso, se trata de diedros de libro, de V+, pero de V+ de verdad. Yo voy detrás, ya no vuelvo a caer. Me dolían los pies, me pesaban los brazos y las piernas, pero poco a poco estábamos más arriba, y más arriba, hasta que al final ya no había nada más ¡Conseguido!


Posiblemente la vía más dura que hayamos escalado nunca juntos. Volví a ser escalador.

Actividad realizada en mayo de 2012.