viernes, 24 de diciembre de 2010

El Gargantón. Aperitivo otoñal.

  
Este año las primeras nieves vinieron muy temprano. Y como vinieron se fueron. Pero antes nosotros nos acercamos al Circo de Gredos a probar las condiciones de la montaña y las nuestras, que ya llevábamos un buen periodo de inactividad.


Para nuestro circuito de reconocimiento escogimos subir la canal que está entre el Ameal de Pablo y el Risco Moreno, para después bajar por El Gargantón. Había una buena capa de nieve, aunque estaba hueca por debajo y ya se empezaban a ver las primeras cascadas de hielo ¿Donde estará todo ahora?

 

En cuanto a nosotros, como siempre, nos dedicamos a correr detras de Adolfo, que siempre está un puntito por encima. 


Al final sacamos en claro que daba igual como estuviera la montaña, por que la nieve después se fue toda, aunque parece que ya está volviendo. Además, también nos quedo bien clarito que es hora de ponernos a entrenar.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Summer Time

 

Por fin me decido a contar lo que he hecho este verano a punto de finalizar. Ha habido de todo un poco, porque poco es lo que he hecho, sobretodo si lo comparo con los últimos veranos. Lo más intenso ha sido volver al boulder, en la Peña de la Cruz. Allí disfruté con el "Outdoor Activo Team" de grandes bloques y buenos ratos.


 

 

Pero no todo es escalar y en ratos libres, algunos intrépidos componentes del equipo se atrevieron a subir por la cuerda de la tirolina, proeza solo apata para semidioses.

La novedad del verano es que he descubierto lo verdaderamente duro de la escalada, y no es ni forzar en deportiva, ni exponerte en clásica, ni apretar a morir en un bloque, lo realmente duro es equipar, colgarte durante un buen rato de la cuerda, que si para arriba, que si para abajo limpiando y tragando polvo. Así que ya tengo mi pequeña contribución a la escalada, con una vía en Solana y media en otros lugares aún por explotar. La de Solana creo que le di el nombre de Vendrás al relax, que los que la han hecho dicen que saldrá sobre 6a+. Es la fácil del sector Ven y verás. Vía que algún año de estos debería encadenar.


Como no todo es roca, o al menos seca, unos pocos integrantes del equipo Outdoor, en nuestro particular road trip, nos fuímos a quitarnos el polvo al barranco de Los Papuos, donde disfrutamos de  los toboganes, rápeles y saltos mas o menos altos según fuera tu valor.



Y para terminar el mes, que mejor que hacerlo con una de esas actividades que hacen grande a un club, como la mojitada de AcheyM en Solana. Escalada, equilibrios sobre poza, mojitos y sobretodo buena compañía. No se puede pedir nada más a un fin de semana.

 



Y en agosto toco volver a Navalguijo, pero eso es otra historia... 

miércoles, 4 de agosto de 2010

Pico del Lobo. Historia de una gran pájara


Estoy pagando con creces mi mala forma de este año. Ya van tres pajarones, pero el que sufrí en el Pico del Lobo podría estar sacado de un manual de medicina deportiva o de una etapa de montaña del Tour de Francia, cometí todos los errores y viví todos los síntomas clásicos, vamos un caso para el estudio.


El objetivo de la salida era intentar hacer una ruta del libro "Senderismo para masocas", en concreto la denomina "Sur del Pico del Lobo", incluida en la categoría de Licenciatura en Senderismo Masoca. Pero como no solo somos unos masocas, sino que además somos unos machacas salimos con la idea de bajar los tiempos del libro. Quedamos citados Dani y yo a las siete de la mañana en Atocha para afrontar nuestro reto. Pero claro, yo tenía que hacer méritos para conseguir matrícula de honor, por lo que me fui la tarde anterior con Fran a escalar la vía más larga de la Comunidad de Madrid "el espolón Manolin", con el resultado de descenso nocturno en medio de la tormenta. Cuando llegué a Atocha al día siguiente estaba totalmente destrozado, había dormido cuatro horas y cenado lo primero que pillé por casa, además de había convalidado el desayuno por diez minutos más de sueño.


La ruta sale del pueblo de Bocígano, sube al pico Cerrón, sigue la cuerda hasta el pico del Lobo y baja por la Cebosa y la Morra del Segoviano, para después cruzar el valle del río Berbellido y volver a Bocígano. Con media hora de adelanto llegamos al Cerrón, habíamos hecho una variante a la propuesta del libro subiendo a las Zorreras por un vallecito que queda hacia el sur en vez de por la loma pelada, además habíamos tenido tiempo para charlar con un pastor. Pero a partir de ahí nada volvió a ser lo mismo, poco a poco fui perdiendo el paso que marcaba Dani, incluso llego un momento en que me empecé a sentir mareado, tirando de pundonor conseguí llegar a la cima del Pico del Lobo. A pesar de lo mal que me encontraba no quisimos ni parar a descansar, tal era el rechazo que nos causaba el destrozo que han causado al construir una cafetería que ahora está abandonada y en ruinas.


Volviendo a nuestro reto... Ya habíamos perdido toda la ventaja inicial y se veía a las claras que en meta iba a caernos una buena minutada cuando paramos a comer en un bonito prado antes de subir a la Cebosa. Comimos bebimos y nos lo tomamos con calma, a partir de ahí me fui encontrando mejor. El libro marcaba que había que bajar desde la Morra del Segoviano directamente hasta el pueblo abandonado de Pinarejo, nosotros nos empeñamos en que esa bajada iba por una zona de matorrales espesos que nos llevó un buen rato atravesar hasta conseguir llegar al río, el pueblo abandonado no aparecía por ningún lado y a esas horas ya era imposible cumplir con los horarios que nos habíamos propuesto.

Bajamos por una senda pegada al río hasta que nos encontramos con un lugareño que estaba cogiendo setas que nos enseño donde estaba Pinarejo (mucho más abajo de lo que pensábamo) y nos indicó el camino más fácil hasta el pueblo. Llegamos a Bocigano paseando y charlando como si hubiesemos salido a dar una vuelta después de la siesta.


A pesar de lo que pueda parecer por este relato apocalíptico que he hecho, la ruta no es el infierno. Se trata de un buen pateo por la sierra de Ayllon, por unos valles y montes que a principios de verano están preciosos ¡Animaros a intentar la licenciatura! Al final, creo que nosotros sacamos un aprobado raspado

lunes, 7 de junio de 2010

Monte Perdido. Una de las grandes

Tresmil metros de altura, vivac sobre la nieve y algún pasito técnico, esos son los ingredientes que Dani me pedía para nuestra ya tradicional escapada primaveral a Pirineos. Rápidamente nos vino a la cabeza una actividad de las grandes, la Norte de Monte Perdido.
Al poco de salir del aparcamiento nos llevamos una sorpresa, un gran alud había arrasado el puente de la pista de los Llanos de la Larri. Por suerte, el alud era grande de verdad, tanto que había cubierto todo el barranco del río y se podía andar sobre el. Lo llamamos el neoglaciar del Cinca, incluso tenía grietas. Seguramente según avance la temporada se convierta en un punto peligroso.
Sin prisa pero sin pausa, fuimos remontando el cuestón que lleva hasta el Balcón de Pineta. Tuvimos alguna duda acerca de por donde discurría el camino, ya que a menudo se perdía en los neveros, pero tirando de memoria y de intuición fuimos encontrando los puntos débiles por los que pasa la ruta, hasta conseguir plantarnos bajo el Embudo. La nieve ya estaba bastante blanda, una piedra había caído desde el lado izquierdo dejando un gran surco en el centro del embudo y unas cornisas asomaban a la parte superior del muro que lo cierra. Un panorama nada alagüeño. Caminando lo más rápido que nos permitía la pendiente y la pesada mochila, conseguimos salir de la trampa sin ningún problema ¡Ya estábamos en el Balcón de Pineta! Frente a nosotros estaba la gran muralla que forman el Monte Perdido y el Cilindro, y a nuestra espalada los Astazou, que pese a ser unos monstruos de tresmil metros en comparación parecían pequeñitos.
Buscamos un lugar solitario, resguardado y con buenas vistas para poner nuestra tienda de vivac. Tras excavar y alisar una plataforma nos dispusimos a fijar la tienda en la nieve, para ello ideamos un sistema similar a un aseguramiento con piolet enterrado: atamos las clavijas con cordinos y las enterramos perpendicularmente. Por lo menos no se salían, aunque no se sabe que habría pasado si hubiese hecho un poco de viento. Después, nos pusimos manos a la obra para conseguir un poco de agua. Toda la tarde tuvimos encendido el hornillo para conseguir tres litros de agua, medio litro de sopistant y un sobre de pasta china a medio hacer. Con el estomago más medio vacio que medio lleno nos fuimos a la cama antes de que se hiciese de noche. Precisamos de una buena organización para la maniobra, primero uno y después otro, el tamaño de la tienda no permitía muchos alardes.
Al amanecer nos pusimos en marcha, no había helado aquella noche y nada más salir de la tienda ya estábamos abriendo huella. Llegamos bajo el serac que señala la entrada del corredor inicial, una marcada huella subía por él y esa fue la tónica de la ascensión. Pasito a pasito, de huella en huella fuimos remontando la pendiente. Reconozco que sin huella y helado habría resultado impresionante, pero en esas condiciones no era más que un ejercicio físico. Salimos a la zona del primer glaciar, el ambiente es espectacular, hacia abajo ya tienes un patio bien majo y hacia arriba todavía te queda un buen rato, se siente la sensación de estar metido en una gran montaña. Cruzamos esta zona en travesía sin grandes problemas y nos dispusimos a encarar la última pendiente. Dicurre por una pala más empinada que el primer corredor, aunque con la huella se convierte en un ejercicio físico más grande todavía, eso si cuando miras para abajo ya no te giras tranquilamente, sino que miras de refilón no sea que vayas a cometer la última torpeza de tu vida. Justo antes de llegar a la arista cimera se estrecha un poco y entonces aparece el hielo. Solo fueron unos pocos metros, pero con buen hielo y en suficiente cantidad como para disfrutar de una bonita escalada. Ya sólo quedaba encarar las últimas pendientes para llegar a la cima, el ambiente era de estar alcanzando una gran cumbre. Casi sin darnos cuenta al doblar un recodo estábamos arriba. A nuestros pies se veía el impresionante valle de Ordesa y rodeándonos las otras cimas de la zona, todas empequeñecidas entorno al Perdido.
La bajada por la Escupidera tenía más miga de la que parecía, estaba bastante helada y la pendiente está orientada hacia el vacío. Bajamos con cuidadito, sobretodo después de ver el susto que se llevo uno que iba por delante de nosotros. Remontamos más rápido de lo esperado hasta el collado del Cilindro y bajamos mucho más despacio de lo deseado hasta la chimenea de la cara norte. A esas horas el sol pegaba con ganas y la nieve estaba muy blanda y te hundías hasta las rodillas. Encontramos una roca sobre la que escurría el agua del deshielo, nos liamos a besos con ella hasta que saciamos nuestra sed. Después nos tiramos por las pendientes provocando pequeños aludes, hasta llegar a nuestra tienda. Desmontamos el tinglado y nos comimos nuestras últimas migajas, mientras veíamos como pesados ríos de nieve se deslizaban por las laderas del Monte Perdido y del Cilindro.
Ahora teníamos que bajar hasta Pineta. Otra vez había que cruzar el famoso Embudo, además a una hora más tardía que el día anterior. La ladera estaba atravesada por varios desprendimientos nuevos, la nieve estaba muy blanda y las cornisas seguían amenazando con caer en cualquier momento. Apretamos los dientes para bajar lo más rápido que pudimos y ponernos a cubierto sin llevarnos ningún susto. En ese momento nos asomamos al valle, por las laderas del lado sur no cesaban de caer grandes aludes, por suerte nosotros bajábamos justo por el lado contrario, que esta mucho más despejado de nieve. Desandar el camino hasta la furgo se hizo largo, pero las maravillas del valle de Pineta nos compensaron el esfuerzo.
En resumen una actividad de alta montaña en plena primavera, que nos hizo acordarnos mucho de los amigos que se la habían perdido por no poder venir ¡Una de las grandes!

martes, 27 de abril de 2010

Crema de cafe en el Morezón

Este domingo metí en un pequeño lío a Dani. El año pasado comenzó a esquiar, pero aunque ya maneja la técnica aún no se siente del todo seguro. Como las condiciones iban a ser inmejorables no pude evitar proponerle una salida para que se inciase en el esquí de montaña, la verdad es que no tuve que hacer ningún esfuerzo para convencerle ¿Y que mejor cumbre para empezar que el Morezón?

Salimos del aparcamiento porteando, pero ya desdes el pluviómetro nos calzamos los esquís. Después de unas breves instrucciones comenzamos a avanzar con normalidad, la nieve estaba en muy buenas condiciones y facilitaba mucho el avance. En poco tiempo nos plantamos en la cima. Después de disfrutar de las magníficas panorámicas que tiene este pico empezaba una historia completamente diferente, había que bajar.

Una gente muy maja que estaba por allí nos animó a bajar directamente hacia el risco del Fraile, en vez de hacia el collado de Navasomera. La nieve esta estupenda, muy suave, y la pendiente era considerable. Todo un reto para Dani, pero ,después de unos cuantos revolcones y deslizamientos, poco a poco empezó a enlazar giros y conseguimos bajar unos trescientos metros.
Ahora teníamos que superar un nuevo obstáculo, había que subir. Debido a la pendiente, a que la nieve ya estaba muy blanda y al solazo que pegaba no fue nada fácil. Eso si, fue una buena oportunidad para que practicásemos una y otra vez la vuelta maría y esa patadita característica que es la clave del asunto. Así llegamos a un cerro que hay sobre el risco del Fraile y que tiene unas vistas estupendas hacia el Morezón y el circo de Gredos. También vimos la pala por la que bajamos justo a la izquierda de la cumbre.

Poco después estábamo quitándonos los esquís tras una fácil bajada, con una sonrisa de oreja a oreja y felices de haber pasado un día más en la montaña con un amigo.

domingo, 4 de abril de 2010

Pequeñas diabluras


Hay que cambiar la hora, señal de que el invierno ya está terminado. Esta noche no pego ojo, no sé si es por pensar que voy a dormir menos o porque estoy expectante ante lo que voy a hacer al día siguiente. Y es que una vez más, vamos a la laguna de La Nava, con la intención de subir a El Corral del Diablo, pero esta vez lo más directo posible. No es una actividad complicada pero es uno de nuestros sueños, desde que de pequeños vimos toda la cara de esa montaña desde el Pelao.


Es una ascensión bonita, que poco a poco va ganando ambiente y dificultad. Subimos por la parte derecha una primera pala sin demasiada pendiente, lo justo para calentar las piernas, maltratadas por una semana de bastante entrenamiento, llegamos a una llanura en la que quedan los restos de una avalancha. Este año han caído por todas partes.
La segunda pala ya se acerca a los 40º, pero la huella que hace Manolo es muy buena y se progresa bien. Acelero, voy a la caza de Manolo y César que están haciendo ellos solos lo divertido, pensar por dónde ir, abrir huella... 


Los cojo un poco antes de enfrentarnos a la ultima pala, la de salida a cumbre, esta si que es interesante, llegará a coger los 50º, como me ven con ganas me dejan ir de primero, salgo escopetado a los pocos minutos estoy reventado y tengo que dejar pasar a César. A mitad de la pala vuelvo a la carga, esta vez más tranquilo. Aún así sudo lo mío, el tramo final es el más inclinado y aunque progreso bien los nervios me pueden y llego exhausto arriba.

 

Llegamos a la cumbre, con el objetivo cumplido, pero teniendo tanto día por delante y la sierra tan bonita decidimos ir hasta el Juraco. Desde La Portilla Honda vemos la cornisa que baja hacia la Laguna del Barco, hay un tramo en que está rota y pasamos por allí. Superar la cornisa nos exige darnos un par de pasos interesantes, en donde necesito una mano que me de confianza.



A partir de ahí una fácil subida hasta la cumbre, y vuelta prácticamente por donde hemos venido, pero para salvar la cornisa nos tocó descender bajar una pala algo pindia. Tal como llevo las piernas y la poca pericia que tengo en este tipo de situaciones hace que me lo piense un par de veces. Una vez salvado esta última dificultad, solo nos queda regresar hasta el coche, que se hace más largo de lo esperado.


Aunque no haya sido una actividad difícil, a mí me ha servido para afianzar los progresos que estoy haciendo esta temporada. Y sobre todo para ir terminando de conocer estas montañas, donde siempre encuentro futuras actividades por realizar.