domingo, 4 de abril de 2010

Pequeñas diabluras


Hay que cambiar la hora, señal de que el invierno ya está terminado. Esta noche no pego ojo, no sé si es por pensar que voy a dormir menos o porque estoy expectante ante lo que voy a hacer al día siguiente. Y es que una vez más, vamos a la laguna de La Nava, con la intención de subir a El Corral del Diablo, pero esta vez lo más directo posible. No es una actividad complicada pero es uno de nuestros sueños, desde que de pequeños vimos toda la cara de esa montaña desde el Pelao.


Es una ascensión bonita, que poco a poco va ganando ambiente y dificultad. Subimos por la parte derecha una primera pala sin demasiada pendiente, lo justo para calentar las piernas, maltratadas por una semana de bastante entrenamiento, llegamos a una llanura en la que quedan los restos de una avalancha. Este año han caído por todas partes.
La segunda pala ya se acerca a los 40º, pero la huella que hace Manolo es muy buena y se progresa bien. Acelero, voy a la caza de Manolo y César que están haciendo ellos solos lo divertido, pensar por dónde ir, abrir huella... 


Los cojo un poco antes de enfrentarnos a la ultima pala, la de salida a cumbre, esta si que es interesante, llegará a coger los 50º, como me ven con ganas me dejan ir de primero, salgo escopetado a los pocos minutos estoy reventado y tengo que dejar pasar a César. A mitad de la pala vuelvo a la carga, esta vez más tranquilo. Aún así sudo lo mío, el tramo final es el más inclinado y aunque progreso bien los nervios me pueden y llego exhausto arriba.

 

Llegamos a la cumbre, con el objetivo cumplido, pero teniendo tanto día por delante y la sierra tan bonita decidimos ir hasta el Juraco. Desde La Portilla Honda vemos la cornisa que baja hacia la Laguna del Barco, hay un tramo en que está rota y pasamos por allí. Superar la cornisa nos exige darnos un par de pasos interesantes, en donde necesito una mano que me de confianza.



A partir de ahí una fácil subida hasta la cumbre, y vuelta prácticamente por donde hemos venido, pero para salvar la cornisa nos tocó descender bajar una pala algo pindia. Tal como llevo las piernas y la poca pericia que tengo en este tipo de situaciones hace que me lo piense un par de veces. Una vez salvado esta última dificultad, solo nos queda regresar hasta el coche, que se hace más largo de lo esperado.


Aunque no haya sido una actividad difícil, a mí me ha servido para afianzar los progresos que estoy haciendo esta temporada. Y sobre todo para ir terminando de conocer estas montañas, donde siempre encuentro futuras actividades por realizar.

 

2 comentarios:

Dani dijo...

Bueno, tampoco fue fácil, especialmente respecto a la exigencia física, unos 19 km, 1.500de desnivel en unas 9h. No está mal. Mt Pérdido próximo objetivo

César dijo...

Yo lo definiría como gran machada con ambiente.
Pateamos más que escalamos, pero cuando hubo que hacerlo tuvo cierto compromiso. Eso si, con la sierra tan bonita y entre amigos da gusto hacer cualquier cosa.