Salimos del aparcamiento porteando, pero ya desdes el pluviómetro nos calzamos los esquís. Después de unas breves instrucciones comenzamos a avanzar con normalidad, la nieve estaba en muy buenas condiciones y facilitaba mucho el avance. En poco tiempo nos plantamos en la cima. Después de disfrutar de las magníficas panorámicas que tiene este pico empezaba una historia completamente diferente, había que bajar.
Una gente muy maja que estaba por allí nos animó a bajar directamente hacia el risco del Fraile, en vez de hacia el collado de Navasomera. La nieve esta estupenda, muy suave, y la pendiente era considerable. Todo un reto para Dani, pero ,después de unos cuantos revolcones y deslizamientos, poco a poco empezó a enlazar giros y conseguimos bajar unos trescientos metros.
Ahora teníamos que superar un nuevo obstáculo, había que subir. Debido a la pendiente, a que la nieve ya estaba muy blanda y al solazo que pegaba no fue nada fácil. Eso si, fue una buena oportunidad para que practicásemos una y otra vez la vuelta maría y esa patadita característica que es la clave del asunto. Así llegamos a un cerro que hay sobre el risco del Fraile y que tiene unas vistas estupendas hacia el Morezón y el circo de Gredos. También vimos la pala por la que bajamos justo a la izquierda de la cumbre.
Poco después estábamo quitándonos los esquís tras una fácil bajada, con una sonrisa de oreja a oreja y felices de haber pasado un día más en la montaña con un amigo.