Después de Les Courtes, aún nos daban dos días de buen tiempo así que cambiamos los planes y decidimos que era hora de ir al Mont Blanc. Aunque no nos había dado tiempo de aclimatar lo suficiente, no podíamos desaprovechar la oportunidad, en Chamonix nunca se sabe cuando entra el mal tiempo cuanto puede durar.
Al día siguiente de bajar de Les Courtes, sin mucha prisa cogemos el teleférico de la Aiguille du Midi, que te sube hasta los 3840 metros, allí hay un túnel escavado en el hielo para salir a una afilada arista. Es ahí donde nos preparamos y nos ponemos lo más presentable posible ya que en el momento en el que salgamos a la arista vamos a ser la atracción de feria de los turistas, que no paran de hacer fotos a los intrépidos alpinistas y a los que no lo son tanto.
Foto: Manolo
Como estamos un poco tocados de la paliza del día anterior, pero no hay ganas de encerrarnos en el refugio, decidimos dar una vuelta por las primeras rampas de la arista Midi-Plan, a modo de reconocimiento.
Desde allí nos fuimos a Les Cosmiques, este es uno esos refugios en los que se palpa la tensión y el nerviosismo que hay antes de hacer una cima mítica. No pasamos muy buena noche, al ser la primera que hacíamos a más de tres mil metros, así que dimos vueltas y más vueltas. A la una de la madrugada para arriba y ¡rápido!, que comienza la carrera por salir el primero. Nosotros fuimos listos y nos pusimos en cabeza.
Foto: Manolo
La primera dificultad es la ascensión al Mont Blanc du Tacul. No solo porque tienes que caminar entre grandes seracs, atravesar grietas o echar mano del piolet para superar una pendiente, aquí aún continúa la carrera y alguno es capaz de clavarte los crampones con tal de ir por delante. Cuando llegamos a la parte alta del Tacul ya estamos a cuatro mil metros, así que necesitamos una pequeña parada para recuperar el aliento.
¡Comienza el segundo round! Vamos a por el Mont Maudit. Aquí la pendiente es más fuerte especialmente tras superar la rimaya, donde hay que hacer frente a rampas de 40-45º para alcanzar el hombro del Mont Maudit. Vamos muy bien de horario, muy bien de fuerzas, la meteo nos favorece, ¡ya vemos la cumbre!
Foto: Alberto
Foto: Alberto
Al llegar al Col de la Brenva amanece, tenemos la sensación de que la cima esta muy cerca, solo queda una cuesta de vacas. Pero nada más lejos de la realidad, estamos a quinientos metros de desnivel de la cumbre y la altitud es considerable. Superamos el Mur de la Côte con relativa facilidad y hacemos una parada antes de enfrentarnos a las rampas somitales. A partir de aquí todo fue distinto, la altitud nos golpeo con fuerza, haciéndose notar que no estamos bien aclimatados. Andamos y andamos, pero parece que no avanzamos que el objetivo está exactamente a la misma distancia que hace un momento. Cuando ya creiamos que no ibamos llegar nos plantamos en la cumbre.
Foto: Manolo
¡Estamos en la cima del Montblanc! ¡El techo de Europa! 4810 metros de altitud. El primer cuatromil de Pablo, la ruta de los cuatromiles largamente perseguida por Manolo y Kike, y la segunda vez en la cima juntos para Alberto y César. Un momento muy especial.
Deberíamos disfrutar del momento, disfrutar del paisaje (impresionante, por cierto), y todas esas cosas, pero de lo que realmente tenemos ganas es bajar cuanto antes para recuperarnos. Nos tomamos el te de la victoria, las pastillacas de glucosa, hicimos las fotos de rigor y a correr.
Foto: Alberto
Una vez de vuelta en el Col de la Brenva, empezamos a notar el cansancio. Pero todavía no nos podíamos relajar, ya que nos queda mucha bajada y el sol hace que el hielo se empiece a fundir. Para superar la grieta del Mont Maudit, montamos un rappel, quizás no sea muy rápido pero a nuestro parecer era lo más seguro.
Foto: Manolo
A partir de aquí lo que nos quedaba como dificultad era pasar bajo los seracs, sobretodo los del Mont Blanc du Tacul, puede parecer fácil y técnicamente lo es, pero el calor lo convierte en peligroso, ya que se pueden desprender bloques de hielo.
Por suerte no hubo ningún incidente y sin más llegamos a la Aiguille du Midi donde hacemos una última parada, antes de bajar a Chamonix, para disfrutar del paisaje y sobretodo de haber terminado esta bonita ruta.