De pascuas a ramos hay que hacer barranquismo. No es la actividad que más practicamos, pero cada vez que me he internado en uno de esos parajes he descubierto un mundo diferente.
La aigüeta de Barbaruens es uno de los muchos barrancos que hay en los Pirineos. Dicen que es bueno como iniciación, pero nunca te debes descuidar, no en vano los servicios de rescate sacan a más gente de los cañones que de las paredes. Se trata de un barranco largo con un pequeño tramo de gorga, donde están los 5 rápeles, lo demás es andar y andar yendo a la búsqueda de buenos saltos y toboganes, en los que hay que andar con ojo si no quieres golpearte. Y para terminar un gran salto.
Lo mejor de está aigüeta es la variedad de paisajes, pasando del cañón excavado en roca pulida a zonas más abiertas donde reina la vegetación exuberante. Puedes ver tejos y también un pequeño jardín de helechos, conté hasta cinco especies diferentes. Incluso hay una toba colgante, formada en un afluente que desemboca en forma de cascada. Un descubrimiento tras cada recoveco en un lugar alejado de la mano del hombre.
Todos disfrutamos del día, cada uno con sus motivaciones. Luis volvía a los barrancos después de muchos años sin ponerse a remojo, Pablo y Dani recibían su bautismo y yo tenía la oportunidad de poner en práctica las técnicas aprendidas el verano pasado. Rapelamos, nadamos, saltamos, nos deslizamos y nos magullamos recorriendo el mundo perdido.
2 comentarios:
Hay fotos muy buenas que te indican un poco lo bonito que tiene que ser... para la próxima me apunto!!!
No son las fotos, son los barrancos.
El verano que viene no debería pasar sin que hagamos un par de escapadas.
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