lunes, 3 de enero de 2011

Panticosa. Siempre hay otro plan


Estoy con el agua hasta el cuello ¿Cómo he llegado hasta aquí, si yo venía a escalar tresmiles? ¿Qué hago en esta piscina tan calentita, si yo tenía que estar pasando frío? ¿Por qué tengo todos los músculos relajados, si yo tenía que estar sufriendo la tensión de las subidas y el machaque de las bajadas? ¿Se trata acaso de una translación espacio-temporal? No, tan solo es un cambio de planes radical.

El puente de diciembre nos reunimos unos cuantos amigos en Panticosa. La idea era intentar algún tresmil de la zona, que según Manolo "son baratos, aunque no fáciles". En los días previos había caído una buena nevada y el frío había sido intenso, había un buen paquete de nieve sin transformar en la montaña. Así que decidimos utilizar raquetas.


El sábado amaneció despejado y frío. Nos calzamos nuestras raquetas y ascendimos por el camino de Brazato hasta los ibones, para, tras atravesar el puerto, llegar hasta el pico Baciás (2758 m).  Nos dimos un buen pateo, la gente que vimos se sorprendía que de que fuésemos con raquetas tan lejos, sin darse cuenta que no son solo para pasear. También hubo quien trato de impresionarnos diciéndonos que había subido 900 veces al Garmo Negro, pero no nos salían las cuentas...


A la mañana siguiente se levanto el día completamente nublado, se acabaron las vistas. El pronóstico decía que nevaría todo el día y que a la tarde empezaría a llover, acertando de pleno. Decidimos no quedarnos en el refugio y llegar, si era posible, hasta el embalse de Bachimaña. A mitad de camino la huella se acababa, una pareja que encontramos nos dijeron que estaba muy difícil subir y que solo habían podido abrir cuarenta metros, tal era el paquete que había. Luego comprobamos que se habían equivocado de dirección, nos pusimos a hacer relevos y con determinación llegamos hasta el refugio que allí están construyendo. Después intentamos bordear el embalse, primero por un lado y luego por el otro, pero se nos hizo tarde y no pudimos ir más lejos. Nos volvimos para el refugio esperando que el brutamonte que nos había metido en la habitación se fuese a otro sitio a roncar.


Durante toda la noche estuvo lloviendo y el resto del día siguió igual. La nieve se puso fangosa, así que la actividad de la mañana se tornó en sacar coches atrapados del aparcamiento, gracias a los guardas campeones del refugio la tarea no fue difícil. El pronostico para los tres días siguientes era más de lo mismo.


Y así fue como acabamos con el agua al cuello en el Balneario de Panticosa, sometidos a la agradable tortura de los cambios de temperatura de piscina fría a piscina caliente. Y así fue como acabe con un catarro que todavía no me he conseguido quitar por probar como es eso de salir a la nieve en bañador y volver corriendo a la piscina exterior.

6 comentarios:

GARAMOND dijo...

Vaya merengue!!!Os teniais ke haber bajado a Murcia con nosotros, ke alli el otoño es menos duro y tambien hay balneario.

Salud!!!

César dijo...

Cada uno tiene sus debilidades, jeje. Y a mi ya sabes que lo que me llama es la nieve.

Campoloco dijo...

Vaya envidia

Campoloco dijo...

A ver si este año coincidimos en alguna salida.
Por cierto soy Edu... el ultimo en llegar.

César dijo...

Buenas Edu, pues si. A ver si organizamos alguna escapadita y la publicamos aquí, al fin y al cabo este es el blog de las aventuras montañeras de la familia blanco

campoloco dijo...

Pues vete buscando un dia en febrero y le digo a Adolfo que organice algo.
Y ya puestos si viniera tu padre...